lunes, 21 de diciembre de 2009

UN CALUROSO SALUDO DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO

Queridos lectores:

Para ustedes, que son la razón de ser de nuestros esfuerzos; para ustedes, que son nuestra constante compañía, nuestros interlocutores, las mentes vivas que alimentan nuestras reflexiones; para ustedes, a quienes cada semana tenemos en placer y el honor de dirigirles nuestros pensamientos por esta vía, queremos desearles la más feliz temporada navideña, y queremos comunicarles nuestros más sinceros deseos para que el 2010 sea un año de grandes venturas.

En enero de 2010 daremos de nuevo inicio a nuestras actividades, y seguiremos trabajando por una mejor comprensión de los asuntos de nuestro país y de nuestra región, pero sobre todo, seguiremos trabajando con ímpetu y con indeclinables ánimos en la búsqueda de soluciones, y en la formulación de propuestas que nos conduzcan a tener una sociedad próspera y moderna, capaz de avanzar y de superar sus problemas; una sociedad pluralista donde todos podamos convivir dentro del marco de las normas; una sociedad que mira hacia adelante, y que no pone obstáculos al progreso.

Reciban todos ustedes, de parte del Instituto Libertad y Progreso, de sus fundadores y directivos, un caluroso saludo, con nuestra más sincera gratitud, por habernos acompañado durante este año. Confiamos en seguir disfrutando de su compañía en el año que viene, el cual, esperamos, no traiga sino lo mejor para todos ustedes.

Atentamente,

TITO LIVIO CALDAS

Presidente

ANDRÉS MEJÍA VERGNAUD

Director Académico

lunes, 14 de diciembre de 2009

Nadie habla por los desempleados

NADIE HABLA POR DESEMPLEADOS: hoy seguirán las conversaciones en la que comúnmente se conoce como “mesa de concertación salarial”, la cual reúne a varios sectores con el propósito, casi nunca logrado, de alcanzar un acuerdo sobre el alza del salario mínimo para el año siguiente. Cabe observar algunos asuntos interesantes acerca de la conformación de esta mesa, en lo referente al fundamento que tiene la presunta representación que allí asumen sus participantes. Están en la mesa, por ejemplo, las centrales sindicales, a quienes todos los medios de comunicación injustificadamente llaman “los trabajadores”, y que se comportan en esta comisión como si realmente representaran los intereses de todos los trabajadores. Sabemos que tan sólo una pequeñísima fracción de los trabajadores colombianos pertenece a sindicatos: por este sólo hecho, las centrales sindicales deberían reconocer que su participación, aun cuando pueda ser constructiva y bien intencionada, carece de un fundamento que les permita presentarse como voceros de todos los trabajadores. Pero debería llamar también la atención otro hecho: en un país cuyas tasas de desempleo se acercan al 12 por ciento, y cuya tasa de informalidad se acerca al 60 por ciento, no hay en esta mesa de concertación una voz que hable por los intereses de quienes no tienen trabajo, o de quienes deben trabajar al margen del sistema, sin disfrutar de ninguno de sus beneficios. De haber una representación de esos sectores, seguramente oiríamos un desafío al statu quo en materia laboral, un desafío por el cual clama hace rato nuestra economía. El statu quo está representado por una rígida legislación, y por unos elevadísimos impuestos a la nómina; ambos configuran una suerte de tenaza en contra de la expansión del empleo formal.

PROHIBICIÓN DE DOSIS PERSONAL: casi todo ha sido dicho, y ha sido dicho acertadamente, con respecto a la insólita reforma que prohíbe sin penalizar el consumo y el porte de dosis personales de droga. Se ha dicho que es jurídicamente absurda, y eso es cierto. Es también un retroceso injustificado, pues si bien el Gobierno tiene razón en preocuparse por el aumento en el consumo de droga, y por el incremento en la criminalidad asociada con el expendio de dichas sustancias, no ha ofrecido ni una sola razón convincente para mostrar que esta reforma ayudaría a combatir tales problemas. Lo único que ha ofrecido es una suerte de obstinación moralista, cosa que no es garantía de efectividad.

¿HACIA LA REELECCIÓN INDEFINIDA?: vale la pena advertir nuevamente que los argumentos con los cuales se defiende una nueva reelección son, en rigor, argumentos en pro de una reelección indefinida. Nótese que tales argumentos, basados en nociones como la presunta soberanía absoluta de la voluntad popular, y la conveniencia de reelegir a quien se considera como un buen gobernante, nunca se matizan con límites de ninguna índole, menos aun temporales. Para la muestra, algunas palabras de la entrevista de Fabio Valencia Cossio, Ministro del Interior, con Yamid Amat (El Tiempo, diciembre 13). En ellas, el Ministro dice que cuando un pueblo tiene la fortuna de encontrar un buen gobernante, “no se nos puede negar el derecho a seguir contando con él como el gran conductor y guía de la Nación”. Pregunto: ¿y si así lo considera “el pueblo” después de tres, o de cuatro períodos? ¿Tampoco en ese caso se debe impedir que se siga eligiendo al “gran conductor y guía de la Nación”?

lunes, 7 de diciembre de 2009

El caso de Nicolás Castro

EL CASO DE NICOLÁS CASTRO: imposible resulta no referirse al tema de preferencia en las conversaciones cotidianas de hoy en Colombia, que es también el predilecto de la mayoría de los columnistas. Es el caso de Nicolás Castro. Brevemente, contémosle a nuestros lectores internacionales de qué se trata: la semana pasada, las autoridades capturaron a un joven estudiante de Bellas Artes, a quien señalan de haber iniciado en Facebook un grupo, en cuyo título, según las historias, decía comprometerse a asesinar a uno de los hijos del presidente Uribe. Se ha sabido que el FBI de Estados Unidos colaboró en la operación, pues ésta involucraba hacer un complejo trabajo de rastreo informático. El joven permanece preso, y abundan las versiones según las cuales podría ser condenado a una cuantiosa pena de prisión. El caso no sólo ha despertado una gran atención sino que también ha dado lugar a polémicas. Una de ellas relacionada con lo que, para algunos, es un despliegue desproporcionado de recursos para la investigación de un hecho de cuyo género ocurren muchos y muy similares, pero en los cuales el objetivo son otras personas que no ostentan la calidad de ser familia presidencial. Así, los polemistas acusan al Estado de comportamiento discriminatorio y preferencial. El otro punto de la polémica es la libertad de expresión: para algunos, lo que hizo este joven en Facebook está amparado por su derecho a expresarse libremente; para otros, en este caso las expresiones cruzaron una línea más allá de la cual no están cubiertas por el amparo de la libertad, es decir, fue más allá de lo que permite una sana libertad de expresión.

EL CASO DE NICOLÁS CASTRO II: muy brevemente empecemos por la primera polémica, la cual no requiere mayor consideración. ¿Por qué? Porque en cualquier país de la tierra habría ocurrido lo mismo: es apenas normal que las amenazas que de manera directa o indirecta apuntan hacia un jefe de Estado o hacia un jefe de gobierno reciban atención especial de las autoridades. Sostener lo contrario sería tan absurdo como decir que el Estado discrimina a todos los demás ciudadanos por no dotarlos de guardaespaldas en el mismo número y rango que aquellos que tiene el presidente. Diferente es la cuestión si el Estado actúa con negligencia, o simplemente no actúa, en casos de amenazas a particulares. En este caso, el Estado y sus autoridades estarían incumpliendo con una de sus funciones básicas.

EL CASO DE NICOLÁS CASTRO III: pasemos entonces al otro punto, el cual sí amerita consideraciones interesantes. ¿Están estas manifestaciones amparadas por las libertades de conciencia y de expresión? Al respecto, lo primero que habría que pedir es una investigación profunda y total de los hechos, pues sólo así puede determinarse cuál fue el alcance de la conducta de este joven. Conocidos y probados tales hechos, será materia de los jueces examinar si estos son hechos delictivos, de acuerdo con la ley. Pero supongamos que las acciones de este cabeza hueca no hubieran ido más allá de hacer el mencionado grupo de Facebook. Aunque no soy abogado, creo que, en principio, esto no constituiría instigación al delito, pues no incitaba a otras personas a realizar acto alguno, sino que él decía comprometerse a realizarlo. Podría pensarse en un delito de homicidio en grado de tentativa, claro, si se comprobara que el joven llevó a cabo actos dirigidos hacia la consumación del hecho, y que tal consumación fue imposible por factores ajenos a su voluntad. Pero en la medida en que los actos no constituyan conducta criminal alguna, con la mayor tristeza debemos decir que tan estúpida frivolidad está amparada por las libertades constitucionales, así este ejercicio particular de la libertad merezca la más enérgica condena social, y suscite las más hondas preocupaciones acerca del extremismo que hay en sectores de nuestro espectro político. Suscita, además, una profunda lástima el constatar que un joven que ha tenido todas las oportunidades, y que ha podido educarse en un modo que a tantos les es esquivo, utilice en tan infame idiotez sus conocimientos y sus recursos. Hay que aclarar que la detención preventiva que hoy sufre este joven es una consecuencia normal y apenas previsible de sus tonterías: ¿acaso podría esperar cosa diferente quién públicamente amenace cometer un homicidio? Quien haga tal cosa no debe extrañarse ni protestar porque las autoridades investiguen su conducta, e incluso porque se le impongan de modo temporal las medidas previstas en la ley. De modo que esta es mi opinión, repito, en la medida en que no se compruebe la comisión de delitos o la tentativa de comisión de ellos; casos estos en los cuales, claro está, debe actuar la justicia de acuerdo con la ley.