UNASUR: no quisiera caer en ese enfoque simplista que ha predominado en los días recientes en nuestros medios de prensa, y en virtud del cual el tema de la reunión de UNASUR se mira como un asunto de ganadores y perdedores, de quién ganó y quién perdió. La realidad, y en particular la realidad política, suele ser mucho más compleja de lo que esos moldes superficiales pueden captar. Por tal razón, me limitaré a comentar lo que considero son hechos relevantes, y a compartir con ustedes una reflexión.
UNASUR II: el primer hecho que considero importante es el siguiente: el gobierno de Venezuela no logró el principal propósito con el cual asistió a la reunión, a saber, el de demostrar que el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos constituye un peligro para toda la región suramericana. No presentó al respecto ninguna prueba sólida, ni argumento convincente alguno. Como casi siempre sucede con los discursos de Chávez, la lógica y la argumentación fueron sustituidas por desordenados comentarios sobre las presuntas intenciones de dominación global del “imperio”; finalmente, Chávez no pudo hacer más que decir que no confiaba en Estados Unidos. Frente a tan débil caso, habría sido insólito que UNASUR diera el paso que pedía el presidente Evo Morales de Bolivia, paso que por sí mismo habría sido extravagante: que UNASUR resolviera prohibir a Colombia poner en marcha el acuerdo.
UNASUR III: en lo que concierne al presidente Uribe, hay que decir que, aun cuando contaminó su discurso con esa obsesión personal que tiene con la penalización del consumo de drogas ―tema que no tenía el más mínimo lugar en la agenda―, su intervención no sólo sirvió para ratificar la intención de Colombia de seguir adelante con el acuerdo, sino que a la vez permitió al Presidente exponer una de las principales preocupaciones que afectan al gobierno colombiano: la actitud expansionista del gobierno de Chávez, y su simpatía expresa por las FARC. Y, muy importante, permitió a Uribe hacer una advertencia que debería ser tomada en serio por esta inmadura organización: si vamos a hablar de peligros para la seguridad regional, téngase en cuenta que sólo hay un país de Suramérica que ha proferido amenazas concretas de acción militar contra otro miembro de UNASUR. Se trata por supuesto de Venezuela, cuyo presidente ha ordenado la movilización de batallones de tanques hacia la frontera con Colombia, y ha advertido que sus poderosos y nuevos aviones podrían alcanzar la capital colombiana en 20 minutos.
UNASUR IV: finalmente, tengo que decir que no comparto la admiración que muchos de mis colegas han expresado por la actitud de Brasil, y por la intervención de su presidente en la pasada reunión de UNASUR. Desde mi punto de vista, Brasil juega al infantil juego de querer ser potencia, y de querer ser reconocido como potencia, pero sin ejercer un liderazgo concreto y efectivo que amerite tal reconocimiento. Parece en ocasiones un niño caprichoso, quien quiere que todos le digan que es potencia solo porque es muy grande. Para adquirir ese liderazgo debe empezar a ejercerlo de manera seria. Y ya que UNASUR es su hijo más amado, podría empezar por buscar que esa misma organización se comporte con seriedad, cosa que incluiría, por ejemplo, discutir sobre la inquietud planteada unas líneas atrás, y que sí constituye una amenaza concreta y expresa para la seguridad de la región. La integración no es un objetivo por sí sola: ella es válida y conveniente cuando sirve a objetivos más elevados. Por lo pronto, UNASUR no parece servir a ningún objetivo claramente visible y valioso.
EL DESTINO TRÁGICO DE VENEZUELA: quisiera invitarlos a leer la columna de Víctor Diusabá, publicada hoy en El País de Cali, en la cual el citado periodista comenta mi reciente libro El destino trágico de Venezuela: http://elpais.com.co/historico/ago312009/OPN/opi5.html