UN DESAFÍO INSTITUTICIONAL PARA COLOMBIA: la semana pasada tuve el honor de participar en un panel con el título “Desafíos institucionales para Colombia”, dentro del Seminario Macroeconómico 2010 de Anif y Fedesarrollo. Muy brevemente, compartiré con ustedes la opinión que expresé en dicho panel. La economía colombiana es en general una economía capitalista, y lo seguirá siendo. Pero el capitalismo viene en muchos empaques y colores diferentes, y cada uno de ellos trae consigo un modo diferente de organización de las relaciones sociales y del poder político. Al pensar en cuál es la forma que quisiéramos dar a nuestro capitalismo, mi opinión es que deberíamos buscar objetivos como la competitividad internacional, la capacidad de innovar y de agregar valor, la mejoría general del nivel de ingresos, y la estabilidad democrática y constitucional. Por fortuna, Colombia tiene ya una experiencia en su pasado que encaminó al país muy decididamente en pos de esos objetivos. Es la experiencia del café y de la industrialización que siguió al éxito de aquel producto, en las primeras décadas del siglo pasado.
UN DESAFÍO INSTITUTICIONAL PARA COLOMBIA II: ¿cuáles fueron las características de esa experiencia? El cultivo del café se desarrolló en pequeñas parcelas, las cuales, en su mayoría, o eran de propiedad de la familia que las trabajaba, o luego pudo esa familia acceder a tal propiedad. La producción del café estaba orientada hacia el mercado mundial, y en cada parcela cafetera era necesario organizar algún pequeño proceso de administración, y era necesario poner en marcha un pequeño proceso de transformación; es decir, había allí ya un germen de gerencia y de industria. El éxito del café vino luego a financiar la industrialización, principalmente en Antioquia y en el Occidente colombiano, y esta se hizo en buena medida a través de las sociedades anónimas, en las cuales concurrían capitales relativamente pequeños. Así, con un proceso cuyos protagonistas eran la propiedad pequeña y dispersa y la orientación hacia actividades modernizantes, en Colombia se creó una fuerte clase media, y se dio origen a una clase empresarial de avanzada, la cual alejó a Colombia de las actividades económicas heredadas de la Colonia, y que se apoyaban en la propiedad latifundista y casi ociosa de la tierra. Colombia no sólo modernizó su economía, sino que pudo consolidar una democracia la cual, con todos sus defectos, y asediada como ha estado por infinidad de problemas, ha sido ejemplo en todo el continente un orden constitucional firme y moderado.
UN DESAFÍO INSTITUTICIONAL PARA COLOMBIA III: teniendo Colombia tan cerca en su pasado una experiencia de modernización tan apreciable, no es fácil entender por qué existe ahora un empecinamiento tenaz en dirigir al país por una senda diferente. Hoy por hoy, la mayoría de nuestras políticas económicas —al menos aquellas de las cuales es responsable el Gobierno Nacional— favorecen a las grandes estructuras de propiedad concentrada, no necesariamente competitiva, y no necesariamente ubicada en sectores que puedan dar a la economía colombiana un perfil de avanzada. Y se les favorece a costa del resto de la sociedad, la cual es obligada a tributar para financiar las exenciones y los favores que se conceden a los colosos privilegiados. Esa economía que hace un siglo se orientó hacia el mercado mundial y se industrializó, hoy tiene como sus sectores de más rápido crecimiento a la minería —una actividad cuasiprimitiva de extracción— y a las obras públicas, es decir a la contratación con el Estado. La modernización y la industrialización nos legaron una estructura social que por supuesto no es perfecta, pero que sin duda estaba encaminada en la dirección correcta. De consolidarse el actual cambio, no lo dudemos, vendrá otra estructura de la sociedad y del Estado, la cual sin duda carecerá de las virtudes que tenía la anterior.