PRIMER PUNTO DE LA AGENDA COLOMBIANA: la gira de Chávez por Europa, con sus sonoros y escandalosos avisos de compra de armas, resalta, si acaso hacía falta, una verdad de la cual es mejor empezar a hacernos conscientes: el punto número uno de la agenda política de Colombia se llama Venezuela. Es sin duda el problema más grave que enfrenta nuestro país: un vecino agresivo, que de manera abierta y expresa da respaldo político a grupos terroristas colombianos, opina sobre la estructura de la sociedad colombiana, ordena a sus funcionarios intervenir de modo activo en Colombia, amenaza con cerrar el comercio, y al menos en dos ocasiones ha proferido amenazas verbales explícitas de acción militar contra Colombia. Y este mismo vecino anuncia compras de cohetes que pueden alcanzar el territorio colombiano, y de tanques, y de otros equipos militares, y negocia además facilidades de crédito para seguir con tales compras. Quien crea que en la agenda de prioridades de Colombia hay otro punto más importante, está sin duda viviendo en una alejada nebulosa.
ANTE EL REFERENDO I: en la entrega anterior de este boletín, tuve la oportunidad de compartir con los lectores mis impresiones sobre el proceso que llevaría a la posibilidad de una nueva reelección. Como lo dije en su momento, dichas opiniones son negativas, pues pienso que con este proceso las puertas de nuestro país se abren al indeseable fenómeno del caudillismo, por causa del cual tanto ha padecido América Latina, y al cual nuestro país, arraigado en su tradición de normalidad constitucional, había sido relativamente inmune. Pese a lo que indican estas opiniones, creo que la actitud ciudadana ante el referendo ―como ante cualquier acto que emane de nuestras autoridades constitucionales― debe ser la de respetar su legalidad y su validez, en particular si dichos atributos son confirmados por las autoridades correspondientes. Con esto, ante todo, quiero decir que, no obstante mis opiniones sobre el referendo y la reelección, no estaría yo dispuesto a respaldar ninguna iniciativa que, con el objeto de impedir que la reelección se materialice, conduzca al país por un camino de desestabilización, y de deslegitimación deliberada de sus instituciones.
ANTE EL REFERENDO II: por ejemplo no comparto yo la tesis ―que ya circula en algunos medios― según la cual los demás candidatos deben abstenerse de hacer su inscripción, de modo que el presidente Uribe quedase como candidato único, y así se restase legitimidad y valor a su elección, o se impidiese que ella suceda. Creo que esa es una idea injustificada y peligrosa. Injustificada, porque la regla de oro de la democracia constitucional, para casos como estos, es que debemos respetar las decisiones legítimamente emanadas de las autoridades constitucionales, especialmente si tales decisiones han pasado por el examen de quienes tienen autoridad para evaluarlas. Y la considero peligrosa, pues ella significaría una alteración de nuestra normalidad mucho más grave que lo que la propia reelección pudiera entrañar. Nuestro país se sumiría en una penosa incertidumbre, la cual golpearía de manera grave nuestra vida económica y social, y crearía un río revuelto en el cual podría pescar cualquiera de los maleantes que abundan en nuestro territorio, e incluso más allá de él. Recuérdese, además, todas las experiencias históricas en las cuales los grupos de oposición se han abstenido de participar en elecciones. En casi todos los casos, lo único que tal decisión les deja es el arrepentimiento.
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