lunes, 26 de octubre de 2009

Moción de censura contra Ministro de Agricultura

MOCIÓN DE CENSURA I: si todo sucede de acuerdo con lo planeado, mañana será el debate en el Congreso acerca de la moción de censura que se ha propuesto contra el señor ministro de agricultura Andrés Fernández. Pocas oportunidades ha habido como esta para que el Legislativo finalmente haga uso de esa herramienta de control político que introdujo la Constitución de 1991, y cuyas tentativas de aplicación han sido hasta ahora todas frustradas. Al decretar la moción de censura en contra del ministro de agricultura, no se afirma ni se establece que dicho funcionario haya incurrido en actuaciones ilícitas ni en prácticas indebidas. Simplemente ―y ya que no quiso hacerlo de manera voluntaria― se le conmina a asumir la responsabilidad política por la ejecución de un programa que está a cargo de su cartera, y sobra el cual sobran los reparos y las objeciones. Entre estos reparos, bien sabemos, hay también acusaciones de fraude y de corrupción. Pero debe quedar claro que la moción de censura no implica que el Ministro sea declarado responsable de haber participado en tales actos, si es que aquellos sucedieron.

MOCIÓN DE CENSURA II: en todo este asunto, es lamentable constatar que el Gobierno Nacional, por lo que no parecería ser más que pura obstinación, o si acaso un afán casi infantil de no conceder nada a los críticos y opositores, se haya empeñado en mantener en su cargo al Ministro de Agricultura. En un país donde existe la odiosa costumbre de que nadie renuncia a un cargo público, incluso si está por todas partes asediado por las peores sospechas, el presidente Uribe pudo haber dado una lección de responsabilidad, solicitándole a su ministro que dejara el cargo. Habría también dado una lección de humildad, y de disposición a admitir críticas y sugerencias. Pero permitió que el asunto llegara hasta el desafío público que significa la moción de censura. Desafío en el cual seguramente saldrá victorioso, pues posee mayorías en el Congreso y tiene mecanismos para ponerlas en marcha. ¿Pero será esta una victoria que valga la pena? Creo que no: ante la opinión pública quedará claro que el Gobierno movió todos sus mecanismos para defender el más odioso y el más detestado de los programas gubernamentales, aquel que nos puso a todos a tributar para darles grandes sumas de dinero a terratenientes opulentos.

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